domingo, 2 de mayo de 2010
NUESTRA IDENTIDAD COMO ADORADORES
En Génesis 1:26,28 y 29 dice que Dios consideró que todo lo que había creado era bueno y dijo: Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza, le dio dominio(autoridad- potestad)………lo bendijo…….y le entregó la tierra.
Estas son cuatro de las razones que explican el por qué de la adoración inherente en el hombre:
En primer lugar Dios determina que el hombre debe ser creado a imagen y semejanza suya y esto nos habla de una característica particular y única en el ser humano a diferencia del resto de la creación. Fuimos creados a la maniera de Dios, como El en atributos en cuanto a su personalidad: Poder del pensamiento, poder del sentimiento y poder de la expresión y la voluntad. Esto es algo glorioso; somos un poco menor que los ángeles pero nos coronó el Señor de su gloria y de su honra, estamos en su pensamiento y nos privilegió con la visitación de su presencia.
En segundo lugar Dios le da al hombre Dominio, autoridad o Poder. Esto significa que el ser humano recibe algo que no hace parte de su naturaleza y entonces es FACULTADO por Dios para administrar, es ahora recipiente de una potencia moral y física, de un derecho para ejecutar DESICIONES, las cosas que le propone y origina exclusivamente su creador.
En tercer lugar Dios declara su Bendición al hombre, este término en el diccionario de las Américas quiere decir que el ser humano es objeto del Favor de Dios, en otras palabras, la providencia del Altísimo lo colma de bienes. La bendición de Dios es su aprobación y buen concepto, entonces el término bíblico va más allá de significar recepción de un bien material e implica originalmente aceptación, agrado, satisfacción, y complacencia.
Por último la escritura menciona que Dios entregó la tierra al hombre y esto nos habla de un espacio de seguridad y pertenencia específico que podía ocupar el ser humano, un escenario donde desarrollar todo el potencial recibido de parte del creador y para disfrutar su bendición ilimitada.
Resumimos entonces que el hombre es receptor de cuatro dones divinos por lo cuales se debe inherentemente al creador en adoración:
Identidad:
Soy obra de las manos de Dios, hecho a su imagen y
Semejanza, para ser recipiente exclusivo de su
Presencia y portador de su gloria. Le pertenezco a El. Por Cristo,
ahora soy su hijo y su amigo, fui creado para adorarle y conocerle
y ser conocido por El. Ese es el propósito original de Dios.
Potencial:
Recibí de parte de Dios la facultad para realizar o no su
voluntad, la capacidad para discernir entre lo correcto y
lo incorrecto, la suficiente luz para decidir amarlo o
ignorarlo, para elegir ser libre o esclavo.
Valía:
He sido aprobado por Dios y soy el motivo de su alegría
y placer. Soy el objeto y recipiente de su eterno amor,
su gracia y misericordia. Soy honorable y de gran
estima para mi creador y El está dispuesto a hacer todo
lo que sea necesario para cumplir su propósito en mi.
Herencia:
Mi hogar, mi nación y las naciones de la tierra son un escenario
seguro, que recibí de Dios para desarrollar mi identidad, mi
potencial, y experimentar la plenitud de su bendición y
de su gloria.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)